Ruanda es conocido también como “Elpaís de las mil colinas” debido a su terreno ondulado, que se caracteriza por
la belleza de sus paisajes y su maravillosa fauna salvaje. Pero este país se
transformó por unos meses en un lugar donde la crueldad no contaba límites y
donde la vida humana no tenía valor alguno. Se contabilizaron un total de 100
días de horror, tortura y muerte en los que más de 800.000 personas (de origen
tutsi) murieron mientras el mundo se dedicaba a observar desde la lejanía de este
lamentable hecho. Se produjo un éxodo de 2.000.000 de refugiados, de los cuales
la mayoría aún a día de hoy, no han podido regresar a sus casas.
Duras críticas merecieron Francia,
Alemania y Bélgica que debido a las grandes riquezas que se podían extraer de
él, consideraban a Ruanda unos de los más importantes de la región. Después de lucrarse
con las riquezas del país, le dieron la espalda sin importarles las miles de
personas inocentes que estaban siendo asesinadas de la manera más cruel posible.
Por otro lado, Estados Unidos se mantuvo al margen mientras duro el conflicto,
ocupando un papel neutral
Una vez terminado el genocidio
intervino la Comunidad Internacional. Sólo las ONG y las congregaciones
religiosas fueron las que trataron de solucionar parcialmente los desastres del
conflicto.
Para comprender lo sucedido es
necesario adoptar una postura fría y racional y así adentrarse en el lado
oscuro de la historia de Ruanda. Este conflicto comenzó siglos atrás donde los
Tutsi sometieron a los Hutus reduciéndolos a servidumbre. A partir de ahí se
originó el desprecio, el odio y el vasallaje de uno sobre otros, sentimiento
que se vieron aumentados con la llegada de los colonos europeos dichas tierras
africanas, hasta que en abril 1994 estallo la gran masacre. Hay muchas
variables dentro de este tema por lo que no se lo puede tratar de manera
superficial y como si fuera un hecho aislado, ya que tenemos que considerar que
la sucesión constante de hechos de sangre, la desigualdad social, la
discriminación y la denigración humana por la extrema pobreza fueron solamente
signos de lo estaba por venir.
¿Cómo afectó el genocidio a la economía
del país?
El crecimiento explosivo de la
población no permite un gran desarrollo económico, por lo que es bastante
precaria su economía basada en una “economía de subsistencia”. Cada familia es
dueña de un pedazo de tierra y de todo lo que produce allí, que normalmente
sólo alcanza para cubrir de forma escasa la propia alimentación individual, sin
que quede un excedente destinado al comercio. No obstante, un sector muy
reducido de agricultores presentan grandes cosechas de mandioca, batatas,
ñames, café, algodón, sorgo, frijoles, judías, guisantes, plátanos, té y
tabaco, que casi en su totalidad son destinadas a la exportación.
El valor total que se obtiene es
de aproximadamente 165 millones de US $ siendo Asia su principal cliente. La
economía de Ruanda depende exclusivamente de estas ventas al exterior.
Tradicionalmente los Tutsis fueron ganaderos y los Hutus agricultores. Debido
al genocidio de 1994, donde se eliminó la mayor parte de la población Tutsi, el
país se quedó prácticamente sin ganadería, lo que marcó un fuerte contraste con
las décadas pasadas donde Ruanda ostentaba la mayor cantidad de cabezas de
ganado de la región. Actualmente sólo un 15 % posee ganado.
Tiene un desarrollo tecnológico
muy pobre, que sumado a los escasos recursos naturales, la degradación del
suelo y su vegetación, y las constantes sequías hacen que Ruanda se haya
convertido en uno de los países más pobres del mundo en el que los porcentajes
de desnutrición crecen día a día. Por otro lado, los valores que obtiene el
país por la minería son bastantes escasos, ya que todas las ganancias quedan en
manos de las empresas extranjeras. La renta per cápita es una de las más bajas
del mundo.
¿Cómo afecto el genocidio a la
educación?
El sistema educativo
pre-genocidio claramente reflejaba y reforzaba las tendencias destructivas del
país. Podemos decir que se trataba de un sistema clasicista y discriminador en
el que para ingresar a la escuela se utilizaban criterios de grupo social y
regional y no de rendimiento académico. Durante el genocidio la educación se
vio constantemente atacada, con el saqueo de escuelas y se asesinato de los maestros
y a cualquier otra tipo de instructores.
La Política educativa del
post-genocidio ha tratado de buscar la unidad y reconciliación nacional, así
como la equidad en la prestación y acceso a la cultura humanitaria de inclusión
y respeto mutuo. La discriminación ha sido declarada ilegal y la clasificación
de maestros y estudiantes por su afiliación hutu, tutsi o twa ha sido
abandonada. La historia Ruandesa no se enseña en las escuelas y tampoco se han
escrito libros de texto de historia desde 1994. Los índices actuales de
analfabetismo son de 28,6% de hombres y 40,2% en mujeres.
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