El calentamiento de la pobreza


Alrededor de 783 millones de personas en todo el mundo sobreviven con unos ingresos inferiores a 1,60€ diarios, siendo esta la cantidad establecida internacionalmente como el umbral de la pobreza. La falta de recursos económicos se complementa con la dificultad de acceso a servicios básico como el agua potable, un saneamiento correcto y una cierta seguridad y calidad alimentaria, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El cambio climático supone un importante obstáculo para la erradicación de la pobreza y tomar medidas para solucionar este problema se ha vuelto una necesidad.

 La crisis climática ya es una amenaza inminente: estamos viviendo las consecuencias de siglos de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero todavía no podemos darnos por vencidos. La forma en que el mundo decida responder en los próximos años tendrá enormes repercusiones para las generaciones que aún no han nacido, en especial para las personas más pobres.

Como indican los datos de la Organización Meteorológica Mundial (WMO), el  Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC),) y la NASA, el planeta Tierra ha aumentado en 0,74ºC su temperatura media, siendo 2015 año más caluroso desde 1850. Resulta de gran importancia resaltar que los años más calientes de toda la historia han sido los 11 últimos. En cuanto al dióxido de carbono, los niveles más altos se alcanzaron en el año 2014 y el sector de las viviendas, industria y otros comercios producen prácticamente la mitad de los gases que provocan el efecto invernadero.

Si el ser humano sigue degenerando el planeta de la misma manera, podemos predecir que para 2050 nos encontraremos con ciudades desaparecidas por el aumento del nivel del mar debido al deshielo de los polos; viviremos un mayor número de ciclones, huracanes e inundaciones, y los fenómenos meteorológicos serán cada vez más agresivos; muchas de las especies de animales que conocemos se habrán extinguido o desplazado de su hábitat natural; millones de personas morirán de forma prematura debido a la contaminación y seremos testigos de grandes éxodos: las ciudades con más población del planeta, como Hong Kong, Bangkok, Shanghai o Yakarta, verán como sus habitantes tienen que abandonar sus residencias y migrar a otros lugares habitables. Algunos estudios señalan que al menos un 60% de los desplazamientos actuales tienen causas medioambientales.

Sin duda alguna, los pobres serán los mas afectados ante esta situación, puesto que al vivir en zonas vulnerables y contar con menos recursos, tienen que hacer frente a más dificultades para conseguir adaptarse o recuperarse de manera rápida de las crisis. Escapar de la pobreza es una tarea cada vez más complicada a medida que los efectos del cambio climático se agravan.

Las críticas situaciones producidas por fenómenos meteorológicos que a día de hoy podemos encontrar en las zonas más pobres del planeta, son solo una antesala de algunos de los escenarios devastadores que se originarán si no se comienzan a tomar medidas de inmediato

Si logramos frenar el calentamiento global no solo estaremos protegiendo la salud de nuestro planeta y sus ecosistemas, sino también hasta 450 millones de personas, que verían reducidos los riesgos de vivir en la pobreza por un cambio drástico del clima del lugar en el que viven.

Según el Banco Mundial, evitar que la temperatura aumente 2ºC, supondría que entre 100 y 400 millones de personas pasarán hambre por la escasez de alimentos. Y entre 1.000 y 2.000 millones no contarían con agua suficiente para su supervivencia. Además, para el 2080 se estima que el rendimiento mundial de cultivos sereducirá en un 30%, lo que implica una pérdida enorme de alimentos.

El aumento de población y los efectos del cambio climático pueden llegar a ser desencadenantes para la formación de asentamientos informales y producir en las grandes ciudades un  crecimiento insostenible, que unido a la escasez de recursos, originaría un retroceso en los avances logrados en el  desarrollo humano.

En el periodo comprendido entre 1995 y 2015 el continente africano sufrió hasta 136 sequías de larga duración. A destacar el caso de la urbe sudafricana de Ciudad del Cabo, que en 2018 sufrió un desabastecimiento de agua que afecto a sus cuatro millones de habitantes.

En la actualidad la escasez de recursos naturales supone uno de los principales motivos que dan lugar a conflictos armados, que como consecuencia agravan la pobreza y frenan el desarrollo. Encontramos el caso de Nigeria, donde la falta de agua en la zona norte ha obligado a los ganaderos fulani a abandonar su territorio (cercano al Sáhara) rumbo al cinturón medio del país, donde por la fuerza, ocupan las tierras de otros agricultores. Este conflicto se ha cobrado en los últimos diez años más de 10.000 vidas.

La relación entre pobreza y cambio climático se caracteriza por su complejidad: si un pastor pierde parte de su ganado por falta de alimento, pensará que su única opción será vender el resto de sus animales a un precio inferior para así poder conseguir los ingresos suficientes para lograr alimentar a su familia. El pastor y su familia podrán sobrevivir más tiempo, pero habrán perdido los activos económicos de los que dependían, imposibilitando a los niños el poder tener una educación. Además, al no contar con un amplio capital, es muy probable que el pastor decida no tomar riesgos, aunque estos puedan llegar a ayudarlo a aumentar sus ingresos. La trampa de la pobreza es un bucle del que cada vez es más complejo escapar.

Pese a todo, los Gobiernos deberán de ser capaces de ayudar a las familias con pocos recursos a superar las crisis climáticas, a aumentar su capacidad de adaptación a largo plazo y  a conservar sus activos intactos a la vez que tratan de minimizar y eliminar los factores que fomentan el cambio climático. Erradicar la pobreza  implica una actuación rápida en la que el cambio climático debe considerarse como uno de los pilares fundamentales.

El precio de la energía pueden llegar aumentar a causa de las políticas sobre el clima elaboradas para minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero, pero por otro lado son capaces de generar ingresos públicos o liberar parte de estos recursos para ayudar de manera específica a los pobres.

Medidas tales como la fijación del precio del carbono, pueden generar ingresos provenientes de las empresas que más contaminan. Este capital puede ser destinado para ayudar a los pobres a compensar una eventual subida de los precios de la energía o el combustible. Un ejemplo de la aplicación de esta idea lo podemos encontrar en Columbia Británica, que creó su propio impuesto sobre el carbono y destinó los ingresos a reducir los tributos sobre la renta personal y empresarial y con el objetivo de crear un crédito fiscal sobre acción climática para familias de renta baja, un procedimiento que permite conceder a los más pobres pagos trimestrales.

Otro gran avance se puede lograr a través de la eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles, originando una bajada en las emisiones y liberando recursos públicos para destinarlos a una ayuda más centrada en los pobres. Casi US$550 000 millones fueron gastados en 2013 en subsidios directos para el consumo de combustibles fósiles, siendo los grupos de la población con renta más alta los mas beneficiados, al ser quienes tienen una mayor capacidad económica para el consumo de combustibles.

Diversos países trabajan en la actualidad la reforma de dichos subsidios, como es el caso de Indonesia, que aumentó los precios del gas en un 44 % y comenzó a suprimir de manera gradual los subsidios a los combustibles, a la vez que  introducía programas para minimizar el efecto de los altos precios de la energía mediante subsidios para todo tipo de cereales, atención médica gratuita y fácilmente accesible , ayudas en material escolar para estudiantes y transferencias condicionadas de efectivo durante un año orientadas a mujeres embarazadas o niños en edad escolar en situación de pobreza.

Aun adoptando medidas que luchen contra el cambio climático, se prevé un aumento de la temperatura de la Tierra de unos 1,5 °C. Esta cifra podría ascender hasta los 4 °C para finales de siglo, en el caso de que no se realice ningún cambio en la forma en como nos relacionamos con nuestro entorno. Debemos destacar que cuanto más avanzado se encuentre el cambio climático, más complejo resultará tratar de erradicar la pobreza, lo que se traduce en que contamos con un margen muy pequeño para tratar de acabar con la pobreza extrema y poder crear las redes de protección social necesarias que puedan mantener controlada la pobreza mientras los países se esfuerzan por llegar a una meta de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. 

El momento de actuar es ahora y no podemos perder la oportunidad.

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